Hasta hace unos años era impensable pensar que un robot pudiera comportarse como un humano. Y aunque hoy en día los robots nos ayudan en un sinfín de tareas, lo de pensar como un humano todavía les cuesta: aunque están haciendo sus progresos. Precisamente, en el ámbito de la traducción automática es donde se está avanzando bastante gracias al uso de la inteligencia artificial y a la revisión y entrenamiento por parte de traductores profesionales.
Así aprende a traducir la inteligencia artificial
Los robots aprenden a realizar tareas y procesos de manera mecánica. Esto significa que una persona les enseña una serie de parámetros y directrices y es el robot el que debe reproducirlos. Hasta ahí todo normal. ¿Y qué ocurre cuando el robot no dispone del aprendizaje necesario? Generalmente, no te dará una respuesta adecuada o no la que, por lo menos, estás buscando.
Para que una traducción automática consiga buenos resultados necesita, indudablemente, la intervención humana. Las máquinas no disponen de un aprendizaje 100% autónomo si no disponen de intervención humana.
El aprendizaje de la inteligencia artificial es muy sencillo: cuanto más información y patrones disponga el software, más calidad tendrán sus respuestas. Al tratarse de inteligencia artificial, este tipo de softwares va aprendiendo solo gracias a la retroalimentación que le proporciona la persona. Así, a nivel de traducción, la inteligencia artificial aprende a traducir textos de un idioma a otro basándose en traducciones previas. De esta manera se entrena el sistema hasta el punto que puede analizar la gramática y el vocabulario del texto que se le haya compartido previamente.
¿Puede traducir con coherencia la IA?
Sí, pero esto no quita el hecho de que se trate de una traducción automática, pensarás. Y estás en lo cierto. Sin embargo, estos sistemas han avanzado tanto que nuestros traductores profesionales pueden entrenarlos para que sean capaces de producir textos coherentes sea la temática que sea.
El entrenamiento constante de la IA facilita que el software corrija posibles errores y aprenda a construir textos lo más coherentes posibles. Por ejemplo, los textos tan mecánicos, como pueden ser los libros de instrucciones podrían obtener óptimos resultados utilizando este tipo de sistemas, aunque cuando se trata de textos que se van a utilizar de cara al exterior, siempre se aconseja la posedición humana con el fin de detectar posibles errores generados por la máquina.
Lo mismo sucede cuando se trata de textos artísticos o que contienen matices culturales que una máquina puede no comprender. No hay que olvidar que, por mucho que un profesional haya enseñado a la máquina, estas no dejan de ser eso: simples máquinas, por lo que habrá matices culturales o figurativos que, con toda probabilidad, no comprenderán.
Cuándo usar la traducción automática y cuándo no
Tendencias de la traducción automática
Aunque muchos no lo quieran reconocer, la traducción automática es algo que cada vez se utiliza más. Es más rápida cuando se necesita un texto para ‘ya’, es más económica y, aparentemente, va puliéndose poco a poco.
En nuestra agencia de traducción hemos implementado ya un sistema de traducción conocido como HumanAI+. Se trata de un sistema de traducción automática con inteligencia artificial propio que estamos entrenando y perfeccionando. A nuestros clientes les recomendamos su uso siempre con la posedición humana, esto es, que una vez que nuestro sistema de traducción automática haya traducido el texto un traductor profesional debe revisarlo para asegurarse de que el resultado final sea perfecto. Es un sistema más rápido y que abarata costes. Pero nunca sin olvidar que en la perfección está la clave de una buena traducción, por lo que la intervención humana es necesaria sí o sí.