Si has llegado hasta aquí es porque necesitas un trabajo de traducción bien hecho. Ya sea para tu página web, para tu blog o para unos folletos publicitarios que estás ultimando, lo cierto es que debes saber que no se puede encargar una traducción profesional así como así. Te ayudamos a entender mejor la labor de los traductores profesionales con 6 consejos imprescindibles.
No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy
Hace 6 meses que se acordó traducir al inglés un documento, durante todo ese tiempo se ha dejado olvidado en el escritorio, y ahora resulta que tiene que estar traducido, revisado, maquetado e impreso en… dos días. Los traductores son profesionales habituados a grandes volúmenes de trabajo, a trabajar a contrarreloj y bajo presión y a no descansar los fines de semana, pero sus días también son de 24 horas. Recomendamos siempre ser realistas y en la medida de lo posible, encargar una traducción con antelación suficiente.
¿Qué queremos traducir exactamente?
A veces, por una cuestión de tiempos y de prisas, se envían a traducir 30 páginas de una licitación, por ejemplo, de la que en realidad solo son relevantes para vuestro trabajo las 10 primeras páginas. Por ello, recomendamos hacer una lectura rápida y definir desde el principio la extensión del texto (páginas, párrafos, número de palabras) que queremos que sea traducido. Así evitaremos sorpresas en la factura final…
Y este texto, ¿a quién va dirigido?
Tienes que tener claro el fin de esa traducción y su destinatario final. Como imaginarás, no es lo mismo una traducción para un organismo público, que para un juez, una empresa, o para un posible cliente.
Podríamos empezar por una pregunta básica como es si te vale con una traducción ordinaria, o bien si necesitarás una traducción jurada. La mayoría de los documentos de carácter personal que se destinan normalmente a empresas y organismos de otros países (por ejemplo certificado de antecedentes penales, títulos universitarios, certificado de matrimonio, etc), requieren que la traducción sea jurada.
Por lo tanto, en este caso tienes que estar seguro de que la empresa o el traductor que va a hacerse cargo de tu documento, está homologado y reconocido como traductor jurado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.
Una vez claro el tipo de traducción que necesitas, analiza el perfil de los recursos de los que dispones. Ya hemos dicho que si necesitas una traducción jurada, es requisito indispensable que el traductor sea jurado pero, ¿y si te sirve una traducción ordinaria? Entonces debes tener en cuenta otros factores como por ejemplo la naturaleza del texto que quieres traducir.
Deberías buscar traductores que estén especializados en la temática que te ocupe. Hay documentos que requieren un nivel de especialización muy alto, porque hay materias complicadas con vocabulario muy específico que no todo traductor conoce. No es igual traducir un texto financiero, que uno científico o uno legal, de la misma manera que para la traducción literaria hay que tener aptitudes para la redacción, o creatividad para la traducción publicitaria.
Me han presupuestado una revisión, ¿no se supone que son profesionales?
Lo más habitual es que al encargar una traducción te hablen también de una revisión. Todo texto, incluso si lo hemos escrito nosotros mismos, requiere de una revisión, ¿por qué parece entonces extraño que una traducción sea revisada? Terminología, errores tipográficos o el formato, son algunos de los aspectos que los revisores se encargan de cotejar. No desconfíes si vuestro proveedor os presupuesta un servicio de revisión, es un indicador de que está tan interesado como vosotros en que el resultado final sea óptimo.
Glosarios y manuales de estilo internos ha llegado el momento de ser utilizados
Detalles como la tipografía o el lenguaje interno empresarial no son conocidos por todos. Así por ejemplo, puede que el documento que hayáis pasado al traductor esté en Arial, pero que la tipografía oficial de vuestro negocio sea Times New Roman. Esos pequeños detalles suelen encontrarse en los manuales de estilo de las empresas, por lo que si disponéis de ellos o de glosarios internos, no dudéis en ofrecérselos a vuestros proveedores, les serán de gran utilidad y os ahorrarán tiempo.
¿Cuánto me vais a cobrar?
Por todo lo anterior, nuestra respuesta siempre es: “depende”. A la hora de presupuestar una traducción tenemos en cuenta (además de la combinación de idiomas, evidentemente) estos factores que te acabamos de mencionar. No es lo mismo disponer de un plazo cómodo para traducir y revisar un texto, por grande que éste sea, que si lo tenemos que hacer con urgencia (en cuyo caso, como es lógico, sale más caro). Tampoco se suele cobrar lo mismo por un texto general que por uno científico, o por una traducción jurada.
De la misma manera que si el formato del documento es de fácil maquetación, este hecho se verá también reflejado en el precio. Muchos clientes no caen en la cuenta hasta que se lo decimos, pero no es lo mismo ni implica la misma dificultad un texto en Word, por ejemplo, que en PDF. A la hora de hacer el conteo exacto de palabras que hay que traducir, o a la hora de maquetar el texto, la diferencia es importante.
Listos para encargar una traducción, ¿cierto?