Hay que reconocer que los traductores automáticos están de moda. Entre las novedades que ha ido introduciendo Google Translate para mejorar sus resultados y el traductor simultáneo de Skype, parece que las máquinas van a dominar el mundo de la traducción. Sin embargo, el crecimiento de los traductores automáticos ha ocasionado que algunos trabajos de traducción se realicen a partir de los resultados de estos programas y aplicaciones, ocasionando que el trabajo final no tenga la calidad esperada. La traducción humana siempre aporta un plus de calidad; calidad que es la razón de ser de Okodia.
- ¿Cómo funciona un traductor automático?
- Errores comunes de las traducciones automáticas
- El traductor de Google, ¿una buena ayuda?
- Pilot, el traductor automático que idiotiza
¿Cómo funciona un traductor automático?
Para poder comprender los errores que comenten hay que entender cuál es el funcionamiento de los traductores automáticos. Se puede decir que hay dos tipos de traducción automática:
- Traducción automática basada en reglas: se basa en una cantidad ingente de reglas lingüísticas y en millones de diccionarios bilingües por cada idioma. El programa analiza sintácticamente el texto y crea una representación a partir de la que genera el texto en el idioma traducido. Estas traducciones se construyen a partir de diccionarios enormes y reglas lingüísticas sofisticadas
- Traducción automática basada en estadísticas: es un paradigma de traducción automática donde se generan traducciones basadas en modelos estadísticos y de teoría de la información cuyos parámetros se obtienen del análisis de corpus enormes de textos bilingües.
Como veis, aunque son procesos muy elaborados, son automatizados y alejados (todavía) de la calidad y perfección que proporciona la traducción humana.
Google Traductor sabe supuestamente más de 80 idiomas. Funciona a base de estadística y recopilando información de textos traducidos en su base de datos y a partir de ahí la tarea consiste en ir encajando las piezas del puzle. Pero como suele ocurrir, la estadística servirá para muchas cosas, pero para los idiomas tiene un 0 de nota.
Errores comunes de las traducciones automáticas
- Traducciones literales: todos los idiomas tienen sus giros y dobles sentidos que le dan riqueza. Los traductores profesionales los conocen y los traducen o sustituyen por frases con los mismos matices en el idioma de destino. En cambio, un traductor automático no reconoce esos dobles sentidos por lo que siempre traducirá esa frase de forma literal. Las máquinas siguen siendo máquinas, y se basan en la literalidad. Hasta el momento, no tienen ni sensibilidad ni imaginación. A los traductores automáticos les falta duende, entre otras muchas cosas.
- No reconoce las erratas: si por algún casual en el momento en que introduces el texto a traducir hay algún error, el traductor automático no la suele reconocer y no la traducirá. Un profesional, sin embargo, se dará cuenta de ese fallo y sí hará una traducción correcta del término o frase. Hace unos años se anunció el concierto de un conocido cantante español cuyo nombre de pila había sido traducido al catalán como Allunyant. Todo indica a que en el texto original «Alejando» Sanz, así, en gerundio, era la estrella principal de algún espectáculo.
- Deja partes sin traducir: en ocasiones los traductores automáticos dejan partes de la frase sin traducir, como artículos, conjunciones, etc., lo que provoca que se pierda el sentido de la frase. Un traductor profesional sí traducirá todo y le dará el sentido adecuado en el idioma de destino.
- No traduce los acrónimos y siglas: muchos acrónimos, como ONU, no los traducen y los escriben tal cual, mientras que un traductor humano sí los traducirá de acuerdo con el idioma que tratemos.
- Traduce nombres que no debería traducir: los traductores profesionales nunca traducirían Artur Mas por Arthur More -por recordar uno de las primeras perlas lingüísticas que nos brindó la traducción automática-, y saben que los nombres propios de lugares y personas en las novelas fantásticas, salvo excepciones, tampoco necesitan traducción. El Traductor de Google… digamos que no lo tiene tan claro.
- Incoherencias en la traducción: debido a la literalidad de los traductores automáticos se provocan una serie de incoherencias que ocasionan que texto traducido sea incomprensible. Las preposiciones son una de las señales inequívocas de que el texto ha pasado por las manos del Frankenstein de la traducción. Célebre es ya la traducción de sepia a la plancha por sepia to the iron. Iron, en el mismo sintagma nominal también sería otro ejemplo de sus proezas.
- Matices, metáforas, exactitud: estas partes de los textos solo pueden ser detectadas por traductores profesionales; un traductor automático no será capaz de traducirlos y darles el significado correcto.
- Palabras polisémicas: cuando una palabra puede significar varias cosas diferentes, el traductor automático puede equivocarse al discernir entre varios de esos significados. Muy sonado fue el caso de la traducción de ‘casco histórico’ como ‘historic helmet’ en el estand de FITUR de Santander hace unos años.
El traductor de Google, ¿una buena ayuda?
No podemos negar que las aplicaciones con traducción automática pueden resultar bastante útiles para un momento determinado. Por ejemplo, si sales de viaje al extranjero no te viene nada mal llevar en el móvil alguna aplicación que te permita pedir un bocadillo o encontrar un hotel para dormir sin perecer en el intento. Si has tenido algún problema con algún producto que hayas solicitado online, el traductor puede ayudarte a hacerte entender con el vendedor, siempre que el tema sea muy complejo. No obstante, esto no quita que, para las traducciones profesionales necesites un traductor profesional. Piensa que no deja de ser una inversión que hará que la primera impresión de tu cliente sea inmejorable.
Otra opción: Pilot, el traductor automático que ‘idiotiza’
El de Pilot ha sido una revolución muy importante. Hay quien quiere quitarse de en medio a los intérpretes y a los traductores profesionales y no sabe cómo hacerlo. Tal es el caso que se ha tenido que recurrir a la tecnología. Pero, ojo, que la tecnología ‘idiotiza’ , según varios estudios. El día que empiezas a usar Google o la calculadora, una pequeña parte del cerebro muere. Lo mismo sucede con Pilot, el traductor automático que te colocas en la oreja y dejas que todo ‘el trabajo sucio’ lo haga él. Sin contar con otras consecuencias como que la tecnología está hecha para fallar y que por muy automático que sea un traductor nunca podrá traducir un texto a la perfección ni con la destreza y maestría que un profesional de la traducción que, además esté especializado en traducción técnica, traducción de páginas web, traducción científica…
¿Te imaginas una conversación con un matemático que haya descifrado los problemas que Hilbert dejó pendientes? ¿De verdad crees que un traductor automático tendrá tal nivel de especialización? Lo más probable es que la charla se convierta en un diálogo de besugos en el que el traductor automático no te ponga ni en contexto ni sepa el significado de ciertos términos.
En definitiva, nuestra opinión indiscutible es que la traducción humana tiene una calidad con la que la traducción automática no puede competir, tal y como se muestra en esta infografía:
Como dice un antiguo refrán, nadie da duros a cuatro pesetas, y el uso de un traductor automático gratuito puede acabar saliéndonos muy caro. ¿Estás seguro de que estás ahorrando?
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