“Martínez nacen todos los días”. ¿Recuerdas este eslogan? Lo utilizó una conocida firma de bollitos y estuvo en boca de todos (nunca mejor dicho) bastante tiempo. Además de simpática, esta frase publicitaria es muy cierta porque ¿cuántos Martínez conoces? ¿Y Pérez, González, Álvarez, Hernández, Méndez, Sánchez, Rodríguez? Hoy vamos a hablar de unos apellidos muy especiales, los patronímicos.

¿Qué son los apellidos patronímicos?

Un apellido patronímico es aquel que, modificado, hace alusión directa al nombre propio del ancestro común a esa familia o linaje. En español normalmente se forman añadiendo el sufijo ez al nombre propio, aunque también podemos encontrar algunos que terminan en – az, – oz o – iz como Alcaraz, Muñoz o Ruiz.

Con un ejemplo lo vemos mejor: en un momento dado de la historia, existió un señor llamado Martín que, como todo el mundo, deseaba que sus conciudadanos supieran que tenía un hijo. De esa forma su vástago era conocido por dos nombres, el propio y el de su padre ligeramente modificado: Martínez.

Hay muchas teorías lingüísticas acerca del uso de esos sufijos que, supuestamente, se podrían traducir como “hijo de”. Algunos expertos apuntan que es una herencia del extinto idioma gótico, la lengua hablada por los antiguos visigodos. Otras teorías afirman que el uso sobre todo del sufijo –ez, es un préstamo tomado del euskera que, a través del poderoso Reino de Navarra, influyó decisivamente en la cultura de la península ibérica hasta el siglo XI.

 

¿De dónde surgen los apellidos patronímicos?

Los apellidos patronímicos no son exclusivos del español ya que el deseo del hombre de ser recordado a través de la historia es común a todas las culturas y lenguas. En casi todos los idiomas encontramos apellidos que buscan perpetuar un linaje familiar. En la antigua Roma, por ejemplo, se acostumbraba a llamar a los hijos por el genitivo del padre (con “p”, solo el padre, la madre no contaba). De esta forma, el hijo de Petrus pasó a ser Petri o el hijo de Cayus fue conocido como Cayo.

Apellidos patronímicos

Un dato curioso: hasta no hace demasiado tiempo los patronímicos no se heredaban de generación en generación. En la España del siglo XI, por ejemplo, el hijo de Rodrigo sería Rodríguez de apellido, pero su propio hijo podía apellidarse González ya que llevaría el patronímico derivado de Gonzalo, su padre. ¿Lioso?

¿Cómo son los apellidos patronímicos en Europa?

En nuestra agencia de traducción no paramos de aprender y nos encanta que aprendas con nosotros, por eso, no queremos terminar este post sin contarte algunas curiosidades sobre los apellidos patronímicos en Europa. Seguro que después de leer lo que sigue no mirarás con los mismos ojos cualquier tipo de apellido.

¿Sabías que en Francia también se usan apellidos patronímicos pero estos no se identifican con un prefijo o sufijo concreto? Por ejemplo, Martín, el apellido más extendido en este país, significa “hijo de Martín”.

Por contra, si nos vamos un poco más al Este, a Alemania, los patronímicos más populares son los de procedencia escandinava (terminados en “sen”, como Hansen). La mayoría de los apellidos en este país hacen referencia a profesiones, como el más popular, Müller (que significa “molinero”).

Si viajamos a Italia, el patronímico más utilizado es la preposición “Di” o “De” -Di Carlo, Di Giovanni, De Rossi… Mientras que en Países Bajos es “Van” -Van Bommel, Van Basten, Van der Vaart.

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