Algunos días el trabajo del traductor puede ser algo tedioso y aburrido, pero lo compensan esos otros días en los que descubres cosas curiosas y, por qué no, “te echas” unas cuantas risas. Por ejemplo, el otro día estábamos traduciendo un pequeño librito sobre dichos populares en castellano y apareció el del “chocho de la Bernarda” que quiere decir, como sabes, que algo es desordenado, caótico, sin normas de entrada ni salida.
El origen (real o ficticio) de este “grosero” dicho no tiene ni gota de desperdicio. Te lo contamos:
El origen del chocho de la Bernarda
Según cuenta la leyenda (que no nosotros) la tal Bernarda era una conocida santera de Las Alpujarras andaluzas. Parece ser que esta buena mujer no solo ayudaba a parir a animales y mujeres y libraba del mal del ojo; también pacificaba los ánimos revueltos de los cristianos y los musulmanes que intentaban convivir en esos agrestes parajes.
Era un trabajo muy duro y a tiempo completo, por lo que la partera no tenía tiempo de formar su propia familia, un hecho que, con el paso del tiempo, la fue entristeciendo. Una noche se le apareció a Bernarda San Isidro Labrador que, viéndola tan apenada decidió alegrarle la vida. Ni corto ni perezoso, el hacendoso labrador metió sus santos dedos en las partes pudendas de la Bernarda y la llevó al séptimo cielo sin salir de la cocina.
A partir de ese hecho milagroso, la región donde habitaba Bernarda reverdeció y se llenó de vida y milagros sin fin: las cabras no dejaban de parir, las vacas daban la mejor leche, el trigo no paraba de crecer… Si alguien quería un milagro solo tenía que ir a casa de la Bernarda y tocar su prodigioso coño. Sencillo ¿verdad? 😉
A la muerte de la santa, se sucedieron las desgracias hasta que una llorosa mujer vio salir unas raras chispitas de la tumba de Bernarda. Inmediatamente exhumaron el cadáver que, lógicamente, estaba seco como una pasa excepto su parte más noble: el rojizo y, perdón por la expresión, chorreante y rojizo chochito.
El “santo” coño fue colocado en un relicario y quien lo tocaba volvía a ser bendecido con mil bienes, igualito igualito que cuando vivía la partera Bernarda.
Lógicamente, el párroco del lugar intentó que Bernarda fuera canonizada, pero como no podía ser de otra manera, la más que tradicional Santa Iglesia Católica no quiso meterse en harina.
Y colorín, colorado…
Y ahora, vamos a ponerte a prueba:
¿Te atreves a traducir: “Ese libro es como el chocho de la Bernarda”?
Vale cualquier idioma… 😉